sábado, 16 de mayo de 2015



Será finalmente Florencio Randazzo el referente K que dispute la interna con el neopejotista Gobernador de Buenos Aires Daniel Scioli, histórico compañero de ruta del kirchnerismo.

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viernes, 1 de mayo de 2015



Al viejo, en este 1º de mayo.


La reciente medición de Aresco (Aurelio) única encuestadora fiable de Argentina, confirma que los más presidenciables continúan siendo los ubicados en las franjas que van desde la centroderecha a la derecha explícita, es decir, Scioli, Massa, Macri. 


Respectivamente, 36, 4%; 22, 1%; 30,3%. Entre todos suman 88, 8% del padrón. No parece un futuro cercano auspicioso para el patriapueblo argentino …


Lejos de ellos, corriendo de atrás, Stolbizer con el 6, 7%. Sumado, 95, 5% del padrón. La aparición de Stolbizer en la pantalla, no mejora las cosas. Sabemos que propone la dama y que piensan quienes la votan. Tampoco ella califica. No perdamos tiempo.


Finalmente, todavía más atrás, Jorge Altamira con el 4,5%.


El caso argentino es muy especial, aunque el Imperio no pueda permitirse descuidar ninguno de los tres países decisivos de su patio trasero suramericano: Brasil, Venezuela, Argentina.


Muerto el Comandante Chávez, Venezuela recibió la primera embestida cuando la elección de Nicolás Maduro. Todos recordamos la victoria electoral y derrota política a través de la que llegó al gobierno. Sin embargo los compañeros bolivarianos se recuperaron, recomponiéndose, a pesar de errores políticos y algunas confusiones ideológicas, a la pérdida del Comandante y ahí están, dando la pelea con dignidad. Los recientes ataques del gobierno yanqui y antes, de la oposición interna, son consecuencia de esa tenaz resistencia bolivariana.


Sin descuidar Venezuela, el imperio se animó con Brasil. Ya sabemos que Dilma zafó con lo justo y, en buena medida, porque Lula se puso la campaña al hombro y quitó centralidad a la progresía de spa. Como antes Maduro, también Dilma logró cruzar primera estirando el pescuezo. Pero a diferencia de la experiencia venezolana, a las pocas horas adoptó el programa de la dependencia, cedió a las exigencias de la oposición pro imperial. Brasil es hoy un espacio en disputa, donde el PT y los movimientos sociales resisten y el 18 queda muy lejos...


El caso argentino es muy especial, decíamos más arriba. En Argentina la criatura directamente nacerá muerta. No existen opciones, ni reales, ni cosméticas. Macri, Massa, Scioli, son el sueño del imperio. Con matices, cada uno a su manera, pero la voluntad del imperialismo al fin. Si en Venezuela el imperio perdió por poco y se ve en la necesidad de perseverar en sus ataques para continuar debilitando el proyecto bolivariano; si en Brasil perdió la elección pero a las pocas horas comenzó a imponer su programa, en Argentina, ganar la elección e imponer el programa, irán juntos.


El Imperio prefiere a Macri. El problema pasa porque si bien está hecho a la medida imperial y tiene votos, sin embargo, le falta pueblo. Si no logra cerrar con el gangsterjusticialismo en la madre de todas las batallas, la provincia de Buenos Aires, Mauri no llegará a ser totalmente fiable para sus amos de afuera y de cabotaje.


A masita le falta horno, cocción; no parece ser 2015 su momento. Pero pesa en la provincia. Ni Macri ni Scioli pueden ningunearle su capital político. Los dos necesitan lo que tiene. Con Massa dentro o no, está por ver. Eso dependerá de la política.


Para el imperio, Scioli es, podríamos decirlo así, el sueño del pibe. Tiene votos, tiene pueblo, tiene estructura de control social, esto es, neopejotismo: barones conurbanos, feudales provinciales, burocracia sindical. Todo cierra. Pero, no obstante, el imperio desconfía. Hay ahí demasiado pueblo para lo que suele tolerar su dieta ¿Qué pasará cuando le caiga la ficha de que otra vez lo jodieron? El “Que se vayan todos” de 2001 todavía está fresco. No deja de meterles miedo. Sobran árboles en las plazas de las ciudades y columnas de alumbrado en las rutas argentinas…


¿Puede el FIT, quinto en carrera, ignorar este escenario, sea para medir su anterior y actual desempeño, como también, para seguir precisando su línea política? No parecería muy inteligente hacerlo. Tampoco absolutizar la realidad como si no dejara margen de acción.


Quizá la punta del ovillo esté en preguntarse ¿A que responde el actual momento de amesetamiento, de desaceleración de los procesos regionales, particularmente en el caso argentino, el paso gradual del “Que se vayan todos” al actual consenso, absolutamente mayoritario, que va obteniendo la restauración conservadora?


Todo parece indicar que han llegado a su límite máximo, las alianzas sociales y políticas construidas entre las pequeña y mediana burguesía y el sufrido pueblo pobre cliente.


El bloque dominante, en Argentina las trasnacionales, los terratenientes, los grandes grupos económicos locales, ha alcanzado un grado tal de concentración y densidad, que se ha vuelto totalmente invulnerable a la presión de sectores sociales con peso numérico (electoral), pero sin contundencia social y política (por el lugar subalterno que ocupan en la producción)


Para decirlo sin vueltas: no hay forma de profundizar y evitar hundirnos, sin que, en la puja por la redistribución de la riqueza, ganen centralidad la clase trabajadora y el conjunto de los asalariados, con sus métodos de lucha. Esto es así para toda la región e imprescindible, para Argentina.


Cuando fracasó la Alianza (ese verdadero adefesio político), los actores involucrados eran la U.C.R., el progresismo de perfil nac&pop y la transversalidad con raíces en la izquierda rosa y roja. En esa alianza entonces, el fundamento donde descansaba el peso de la construcción, era el radicalismo. Solo un milagro hubiera podido evitar el fracaso de la Alianza, cuando la UCR cavernaria logró la hegemonía (De la Rúa)


Pero desde 2003, la construcción de unidad se da entre el P.J., el progresismo de perfil nac&pop y la transversalidad satélite de origen rosa y roja. En esta alianza, el fundamento principal, lo que soportó la carga del edificio K, fue el pejotismo, es decir, la mayor estructura de disciplinamiento social disponible en argentina. Si no terminó en un desastre como la Alianza, fue porque la hegemonía (la dirección del Estado) estuvo en manos de cuadros justicialistas del nivel de Néstor y Cristina. Ahora pasará a quien es solo un compañero de ruta, Daniel Scioli, es decir que, los justicialistas K, solo podrán actuar desde la periferia del Estado, no desde su centro. Sin esa ventaja y sin verdadero arraigo e inserción en los sectores decisivos del proceso productivo, el futuro, no se ve precisamente auspicioso para el accionar político del kirchnerismo.


Resumiendo: la hegemonía pequeñoburguesa ya dio todo lo que podía dar. En Argentina y en la región. La cosmovisión PyME de la vida; la fantasía utópica del paraíso de la clase media, no da para más. Llegó a su techo; hay que barajar y dar de nuevo, a partir de la organización política y contundencia práctica de los trabajadores conduciendo a sus aliados naturales: el pueblo profundo y la pequeña y mediana burguesía, para enfrentar al bloque dominante y a todo gorila y zonzo que se cruce en el camino.


No hay más espacio, ni tiempo, para imaginar milagrosas conversiones del progresismo a favor de resolver tareas democráticas estructurales (y éstas solo serían el comienzo)


El verdadero milagro ya sucedió, durante 24hs. el pasado 31M, cuando la clase, a la vista de todos, para que ya nadie tenga dudas, convirtió un día martes en feriado domingo. Y fue así, aún con la conducción de la burocracia. Cabe preguntar entonces ¿Que no podría hacer con una dirección sindical y política legítima y en alianza con los sectores populares con los que naturalmente debe convergir?  


La incipiente restauración conservadora, ciertamente impulsada por el imperio y sus socios-gerentes vernáculos, a caballo de la crisis capitalista mundial (2008) y del debilitamiento del liderazgo regional tras las muertes de Chávez y Néstor y el fin de los gobiernos de Lula, tiene que ver con ese momento político de transición, que va de la hegemonía pequeñoburguesa a la hegemonía obrera y popular.


¿Puede el FIT proponerse conducir esa transición? Debe proponérselo. Si podrá o no, la vida, es decir, la política, dirá.


Este año se cumplen 12 de reindustrialización, lograda por el eficiente Proyecto K de democracia representativa, neodesarrollismo con inclusión social, alineamiento preferentemente regional y contribución a la construcción mundial de multilateralidad. Proyecto que, estaría bueno no olvidar, reemplazó a la democracia semicolonial, la devastación neoliberal y las relaciones carnales con el imperio.


Surgió así una nueva, joven y pujante clase obrera que, por la buena gestión, primero de Néstor, luego de Cristina, no tiene registro concreto de los siniestros tiempos en que el neoliberalismo expulsó del sistema a sus padres, hermanos mayores, tíos, abuelos, condenándolos a la marginalidad y desamparo absolutos.


¿Cómo piensa esta nueva, joven y pujante clase obrera? Clase obrera a la que no pocos confunden con la virósica clase media, como si zonzo y alienado fuese la única forma deseable de ser en el mundo.


¿Sigue tributando a la dura o travestida, vieja y nefasta burocracia? ¿Estará, en cambio, optando por desplegar sus sueños en el camino sin salida de fundamentalistas partysectas? ¿Prefiere acaso ser definitivamente interpelada, desde la conducción estratégica del frente nacional,  no como potente colectivo  y si como suma de individuos ciudadanos?


¿O en su interior gesta, lenta, trabajosa pero inexorablemente, una conciencia de liberación nacional y social, antioligárquica, antimperialista, hacia la Patria Grande socialista?

¿Intuye su fuerza? ¿Que en las fábricas, calles y plazas de la patria, su voz y puño poderosos resultan imprescindibles para todo auténtico proyecto de liberación?

¿O serán los mascarones de proa de la decadencia, como siempre entreverados en yunta promiscua, quienes continúen hablando a nombre de la clase?

C.V.