martes, 19 de diciembre de 2017




Mucho para pensar, debatir, hacer. Quizá un buen punto de arranque podría ser ubicarse consecuentemente ante una la alternativa ineludible: Hecho maldito de la política del país burgués o gigante invertebrado y miope. 

CA



Schmid es un dirigente respetable, aunque muchas veces, especialmente en los últimos tiempos, sea difícil coincidir con él. Pero es un cuadro valioso. Luchador. Buena cabeza y formación. No es el clásico gordo. Está desperdiciado integrando ese triángulo cegetista infame, que lo salpica. Quiera o no, es cómplice.

El acompañamiento de la CGT fue totalmente diet. De compromiso. Casi como espectadores. Se hizo visible en horas duras, para condenar el accionar de pequeños grupos, cuando la inmensa mayoría de los participantes desde el jueves, venía parando los bastonazos con la cabeza y la munición con el cuero.


Cuando la CGT convoca, y controla la seguridad, nadie saca los pies del plato y la posibilidad de infiltración service es escasa. Todos los que hemos participado encuadrados en el movimiento obrero, lo sabemos. Incluso en contextos generales más duros, aunque en el terreno concreto la represión -curiosamente- pudiera ser más moderada.


Pero cuando las estructuras se mueven por obligación, las defensas y reflejos se relajan. Era la CGT la que debía estar estos días a la cabeza, ocupando el centro, en defensa de los viejos y los derechos laborales. Se podía ganar, salir hechos (empatar) o perder. Pero se hubiera acumulado fuerza plebeya organizada. Una referencia político militante fuerte. El movimiento obrero y aliados en la calle, la dirigencia política en el Congreso. Una dirección real para la oposición, más allá de contingencias. Y siempre jugando para ganar.

Ésta debería ser una de las principales lecciones de las jornadas populares recientes. Tomar conciencia que el principal déficit es de dirección política. El pueblo ("la gente", "los ciudadanos") viene demostrando fuerte disposición a la lucha. Hace mucho. Casi desde inmediatamente después del balotaje de 2015. Pero lo hace como puede. Con los elementos que tiene a mano. Que son escasos.

No somos ingenuos. Sabemos del doble papel asignado a la burocracia sindical en el capitalismo. Pero no todos son jerarcas. La mayoría del movimiento obrero organizado tiene disposición a defender los intereses de aquellos a los que representa. En la propia CGT hay ejemplos innegables. Y, por supuesto, en las CTA y en las corrientes clasistas.

Es imprescindible que los cuadros más lúcidos de las centrales y corrientes se junten y hablen. Organicen y hagan. Desde allí, convocar a los potenciales aliados. Incluido el mundo de la política. En estos días pudimos ver que hay también allí gente muy valiosa que se jugó a la altura de la parada, en el recinto y la calle. Es imprescindible concretar una dirección popular alternativa estable. No de ocasión.

Estamos siendo jaqueados por nuestras propias debilidades. Las patéticas miserabilidades, nos siguen condicionando. Y no poca ingenuidad, cuando insistimos en subestimar a los Ellos.

CA.