jueves, 21 de agosto de 2014



Trotsky en Teotihuacán


Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Trotsky, 
asesinado en Coyoacán por el estalinismo.

Llama la atención, que nadie recordase la fecha.  
No leí una línea hoy, sobre el tema 
(Claro que yo, no leo todo)

Suelo decir sobre Trostsky, 
que muchas veces el ruido, nos impide disfrutar la música.

Por ejemplo, es imposible valorar la revolución de octubre, 
sin reconocer a Trotsky. 
Lenin fue el gran estratega;  
Trotsky el nervio. Ya desde 1905. 
Y en Octubre, para el pueblo,  
fue  de hecho la cara del partido bolchevique. 
Por encima de cualquier otro.

Hasta su deportación y posterior expulsión de la URSS, 
cumplió tareas decisivas para la revolución. 
La creación del ejército rojo, la más reconocida.

Después de la muerte de Lenin a principios del 24, 
la obra escrita de Trotsky es quizá la de mayor vuelo conceptual. 
Hubieron, claro que si, otros aportes importantes, 
incluso hasta nuestros días: 
Gramsci, Mao, Che; personalmente rescato a Hernández Arregui. 
Pero como conjunto, como obra, no hubo otra.

Además, y esto es lo verdaderamente importante 
para nosotros respecto de la obra de Trotsky:
vivió sus tres y medio últimos años en México; 
de enero del 37 a agosto del 40, cuando fue asesinado.

Es decir, Trotsky tuvo oportunidad 
de analizar también Nuestramérica. 
Comenzar a pensarla. Entenderla. 

Y con su lucidez característica, 
dejó aportes decisivos que todavía hoy tienen vigencia: 
la lucha antimperialista en las semicolonias, 
el fascismo y el mundo colonial, 
las tareas del movimiento sindical en Latinoamérica, 
la nacionalización de la industria y la administración obrera, 
los sindicatos y la burocracia sindical 
en la era imperialista y, especialmente, 
la unidad socialista de Nuestramérica, 
como tarea a resolver por la, por entonces joven, siempre pujante, 
clase obrera de América Latina.

Decía mas arriba que sobre Trostsky, 
muchas veces el ruido, nos impide disfrutar la música. 

El tipo tiene tan mala prensa, por derecha y por izquierda, 
que muchos jóvenes y no tan jóvenes, se privan de leerlo, 
o bien creyendo que no vale la pena meterse con su obra, 
o bien conformándose con lo que escuchan decir a otros, 
respecto del personaje y su aporte.

Les decimos: están comprando pescado podrido. 
A Trotsky hay que leerlo. Directamente a él. 

No porque no se haya escrito mucho y bueno acerca de su legado. 

Hay que leerlo a él, porque es muy fácil leerlo, sumamente inspirador,  
y también placentero, porque además de un auténtico genio, 
era un excelente escritor.

Nuestra patria necesita 
jóvenes militantes obreros revolucionarios 
sin anteojeras.

Y vale agregar: todavía está pendiente el buen libro argentino, 
sobre Trotsky en México y su legado a la liberación y unidad socialista de Nuestramérica. 

Alguien, alguna vez, habrá de escribirlo.

C.V.



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