domingo, 26 de octubre de 2014




Cuando la historia tamice la política, seguramente el flaco será definitivamente reconocido como el presidente que sacó a la argentina del infierno en que había entrado con el golpe del 55, iniciándose así aquel año una larga decadencia nacional de casi medio siglo que estalló brutalmente en 2001 y empezó a reparar la conducción de Néstor en 2003.

Es probable que el flaco hubiera tenido la posibilidad de ser recordado por mucho más que esa patriada, si no fuera Argentina una inmensa picadora de carne, capaz de triturar vidas, cuerpos, ideales, sueños..., 
y tanto más.

Parece mentira, pero hay gente, igual a nosotros, de pata al suelo, que niega esta hazaña sanadora que lideró Néstor. No me refiero a los gorilas, incurables ellos, con quienes no vale la pena perder tiempo discutiendo. Me refiero a tanto zonzo, totalmente amnésico, que olvida lo que era Argentina antes de 2003. No se puede creer tanto bobo suelto, realmente.

Por otra parte, no pocos respetables compañeros opinan que en definitiva Néstor pretendía nada más un capitalismo serio, pensaba en una burguesía con conciencia nacional y recetas similares, propias del bagaje doctrinario peronista. Que incluso es arriesgado afirmar que no hubiera aprobado una candidatura de Scioli a la presidencia, como eslabón de alternancia institucional, al liderazgo profundo que ejercían con Cristina.

No me parece que estos datos sean decisivos para una caracterización de Néstor. También Perón defendía, por ejemplo, la comunidad organizada, la conciliación de clases, aquello “de casa al trabajo y del trabajo a casa” y cosas así. 

Pero eso no le impidió hacer un lío bárbaro a mediados del siglo pasado, construyendo durante diez años un modelo por el que, por única vez en la historia argentina, logramos ser un país de verdad, a las puertas de convertirnos en nación. 

Ahí, en la década peronista, está el mejor ejemplo de una capitalismo serio, ese en el que todo indica, creía el flaco. Ayornado al siglo XXI, claro
¿Hasta dónde sería posible en los actuales tiempos globales? 
La discusión sigue abierta.

Sin embargo, creo, lo decisivo en Perón y Néstor, es que ambos eran auténticos líderes populares. El flaco, además, un político de raza. Perón, más bien un estadista. En ambos, las ideas eran herramientas para concretar principios, avanzando en logros para la patria y el pueblo. Tengo mis dudas que a Néstor lo hubieran frenado ideas que la experiencia hubiese demostrado anacrónicas para profundizar el proyecto de liberación, es decir, la independencia económica e integración regional.  Y en definitiva, esas y no otras son las tareas democráticas estructurales a resolver ahora. 
Todo lo demás, es ruido.

Pero bueno…, lo concreto es que, físicamente, hace cuatro años Néstor no está. Y la verdad es que no hemos sabido continuarlo. Ni individual, ni colectivamente.



En octubre de 2015, ahora nomás, a la vueltita de la historia, que en el presente es política, enfrentamos una encrucijada: ninguno de los padres fundadores del Proyecto K encabezará la lista. Y ninguno de los precandidatos alternativos, convence. 
Uno, a la militancia K pura y dura, principalmente a la transversal. 
Otros, al pejotismo ayornado y al elector a la carta.

Agravada la situación, por una ola regional de restauración conservadora impulsada desde la Embajada, en momentos que del viento de cola va quedando una suave brisa 
y el mundo se orienta decididamente hacia la barbarie.

¿Será posible definir hacia 2015 una candidatura verdaderamente representativa del Proyecto K, sin provocar que estalle el FpV, sirviendo en bandeja el triunfo a la impresentable oposición, sea  esta Macri (con o sin Carrió y pedazos radicales), Massa (con sus Gangsterjusticialistas y otros pedazos radicales) o lo que quede de la fauna de faunen?

Para evitar el estallido del frente 
¿desensillar hasta que aclare entornando a Scioli o, lo que es peor, 
mimetizándose en Scioli, es la única opción?

En todo caso, tanto las preguntas inevitables, como las probables respuestas, 
poco tienen que ver con el esfuerzo político y el sacrificio de su propia vida 
que hizo el flaco, por la patria y el pueblo.

Así estamos...

C.V.

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