miércoles, 7 de mayo de 2014



El nacionalismo iberoamericano crecerá 
con presión histórica irresistible.

Un nacionalismo abierto dentro de sus fronteras internas
pero cerrado en sus fronteras geográficas externas.

Las pretendidas diferencias regionales de Iberoamérica 
son secundarias y la 
planificación e integración de sus zonas geoeconómicas
acabará con ellas.

Vale decir, con el aislamiento económico y cultural.

Tales diferencias no son congénitas, 
sino impuestas por la 
división internacional del trabajo
dictada por las metrópolis.

El mercado común latinoamericano,
con acento totalmente inverso al que intenta
imprimirle el imperialismo yanqui,
es el germen de la nacionalidad iberoamericana.

No serán estas jamás naciones independientes
separadas de las otras.

Serán en cambio una nación, 
si unifican sus recursos naturales,
sus medios de comunicación,
sus aduanas y regímenes arancelarios,
sus ríos navegables en un vasto sistema 
interno de cabotaje, etc.,
hasta el logro de un 
sistema común de intercambio,
un mismo ordenamiento monetario
y producción planeada y complementada
en sus diversas regiones, 
que con un gran mercado interno,
serán las bases de una poderosa nación,
asentada sobre el potencial productivo,
alimentario, mineral, 
la unidad de la lengua e historia, 
la densidad demográfica
y la centralización militar.



Nacionalismo y liberación (1969)

Capítulo V. 
El neocolonialismo y la industria nacional.
La unidad nacional de Iberoamérica.

Juan José Hernández Arregui.

Edición fuente: Peña Lillo - Ediciones Continente - 
Biblioteca del Pensamiento Nacional 
(Bs. As. - 2004)
ISBN 950-754-132-2

Destacado, Clo Veiga.

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