martes, 6 de mayo de 2014



Es una lástima que ni siquiera se esté analizando la posibilidad. Porque ya hay empresarios echando gente para zafar de la ley que combate el fraude laboral. 

A compañeros y compañeras que muy difícilmente vuelvan a reinsertarse en la producción, por una cuestión biológica: la edad. 

Nos dicen: tengo dos problemas; no uno. Me echaron y eso ya es un problema grave porque estoy sin trabajo. Pero encima, me echaron porque no quieren legalizarme a mi edad. Si para cualquiera, que lo echen, ya es un problema, para mi, por la edad, significa casi la muerte civil, porque difícilmente pueda reinsertarme. ¿Que voy a hacer? ¿Salir a afanar?

Ojo con esto. Ya habíamos alertado sobre el tema a principios de año cuando se comenzó a hablar la posibilidad de empezar a buscarle una solución de fondo al problema gravísimo de la precarización laboral. Esfuerzo que, por supuesto, acompañamos decididamente.

Pero no estamos tratando con ovejas. Mucho menos con patriotas (Conciencia nacional ¿lo que?) Estamos danzando con lobos.

Ni siquiera la doble indemnización sería una solución. Es necesaria una solución/prevención más estructural, que evite que la ley, de un instrumento a favor del pueblo, se convierta en un arma de destrucción selectiva o masiva, en manos de la patronal.

Dejémonos de joder. Pongámonos las pilas con esto porque quedamos en la línea de fuego los que vivimos de nuestro laburo y no tenemos otra cosa que nuestro trabajo. 

Nunca mejor que el aniversario de Evita -7 de mayo- para reflexionar estas cuestiones y definir con precisión una solución real. Donde existe una necesidad, nace un derecho, dijo la compañera. Existe la necesidad de proteger a los débiles frente a los poderosos, al interior de la buena ley que proponemos. Los trabajadores tenemos derecho a una protección efectiva. Seamos coherentes.

Claudio Veiga - Colectivo Lanchodebasto.




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