viernes, 17 de abril de 2015




La verdad que es un tanto bizarro hablar del último Perón sin partir de que frustró 18 años de resistencia, abriendo la puerta con sus elecciones políticas a la masacre de Ezeiza, a Isabelita y López Rega, a la burocracia sindical, a la Triple A, que a su muerte se continuaron en el Rodrigazo y posteriormente en la Dictadura civil, militar y eclesiástica ¿Cómo asombrarnos de la democracia semicolonial que vino después con Alfonsín, Menem, la Alianza, el gangsterjusticialismo? Recién en 2003 comenzó a abrirse una puerta que, todavía, no sabemos muy bien a donde conduce...

Coincido en que el actual no es un gobierno peronista, pero no por las razones que sostiene Pino. No es peronista porque a esta altura el peronismo es una identidad histórica, no una identidad política. Con Perón murió el peronismo y quedó el justicialismo, el P.J. Como mucho antes con Yrigoyen murió el Yrigoyenismo y quedó el radicalismo, la U.C.R. El radicalismo sigue cada tanto ganando alguna elección, pero no por eso alguien va a tomar en serio al radicalismo adjudicándole alguna, aunque sea mínima, vigencia histórica de cambio. Lo que tenía para dar, lo dio entre el 16 y el 30 (máximo 33) Como el peronismo entre fines del 43 y el 55. Ahora ambos son historia. No tienen nada más que ofrecer al patriapueblo argentino.

El peronismo fue herido de muerte el 26 de julio del 52; entró en coma profundo en setiembre del 55. Soportó una larga agonía hasta que murió en Ezeiza en junio del 73. Y fue velado en un funeral multitudinario el 1º de julio del 74.

Todo lo que vino después, a su nombre, es mentira. Los protagonistas lo saben. No son inocentes. Tienen responsabilidad política y la tendrán, histórica.

Pino como político no tiene buena madera. Pero tiene cabeza. Por eso, sabe perfectamente que está verseando, mimetizándose con la estampita de Perón y Evita, a ver si consigue algunos votos. Pino también eligió la farsa en lugar de la construcción política ética.

Es que esa estampita todavía da de comer a mucha gente; sigue abriendo puertas hacia la política, el sindicalismo, la "justicia", las legislaturas, la cátedra, el periodismo, las editoriales, el empleo público, los negociados empresarios, etc., etc., etc.

Si Pino de verdad quiere pensar y repensar el peronismo (actitud que no está mal) sería bueno que advierta la situación política actual, que cada vez más, se parece a la del 43, cuando todos los partidos se habían vuelto conservadores y en el horizonte político solo se visualizaba más entrega y miseria.

C.V.

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