jueves, 5 de febrero de 2015





Ojala podamos leer, conocer de la alianza estratégica, integral, chino-argentina, muchas miradas de compañeros, miradas patrióticas y populares.

Descartando los pareceres de la embajada y su infantería vernácula, zonzos incluidos.

Tomando con reservas las alabanzas a sueldo de los escribas de la casa.

Un análisis lúcido, desalienado, coherente, serio del tema.

Porque hay cosas que entusiasman, de esta alianza. Como hay otras que huelen tanto al país country de la argentina agrogarca, y a eso de a sembrar de Ushuaia a la Quiaca soja incluso en los balcones, que se acaba el mundo...

Con obras de infraestructura, algunas fundamentales, imprescindibles y otras para facilitarle a los mandarines que se lleven sin complicaciones todo lo que pagan.

A fines del siglo XIX la oligarquía y el imperialismo inglés definieron un modelo de país que nos insertó en el mundo con perfil chacra.

Hoy, cuando los que mandan empiezan a rediseñar nuestras vidas (un mundo en que todavía el imperialismo yanqui tiene, en serio, los fierros y puede estallar todo, llevarse la pelota y acá no juega nadie si no me dan la camiseta 10) preocupa eso de que estemos cambiando de collar y sigamos siendo perro.

Lo que hagamos en los próximos años, muy probablemente defina la Argentina XXI.

Mete dudas esta relación estratégica e integral con China, en el marco de la desaceleración de la integración regional real, efectiva, y su continuidad solo o principalmente en el territorio del discurso y la foto de familia.

A nadie escapan nuestras dificultades actuales.

A nadie escapa que las alianzas políticas que, a partir del Comandante Chávez, iniciaron los procesos postneoliberales en la región, están tocando techo.

A nadie escapa que la embajada lanzó la recolonización de la región.

Y a nadie escapa que en Argentina, la embajada y su infantería vernácula iniciaron con la denuncia de Nisman y su posterior homisuicidio, la temporada 2015 de embarre de cancha hacia la elección de octubre (y probablemente de golpe blando)

Pero las soluciones no pueden venir de cualquier lado. Porque muy probablemente, a la larga no sean soluciones reales.

Las soluciones reales podrán alcanzarse, si se avanza seriamente en la integración regional, que permita instalar un bloque nuestroamericano en la necesaria multipolaridad que se intenta construir. Y desde la región, plantear las alianzas extraregionales convenientes.

Además, insistimos, difícilmente pueda profundizarse la integración regional, sin el aporte decisivo de la clase trabajadora y el conjunto de los asalariados, unidos y organizados por encima de fronteras artificiales que traban el despliegue contundente de sus fuerzas.

Aún con todas las dificultades, el camino sigue siendo la integración regional, abriendo la posibilidad de profundización con la participación popular.

Pero como tantas otras veces, se priorizan en cambio, salidas "por arriba". Geniales braguetazos jacobinos. Pero siempre "por arriba". Es que la pequeña y mediana burguesía teme, se comprende, abrir la puerta a la participación efectiva de "los de abajo".

Teme que la bocanada de aire fresco se haga huracán y se lleve puesto al bloque dominante, y también subordine su participación en el frente a la conducción de las grandes mayorías populares.

Pero esto no es responsabilidad de la pequeña y mediana burguesía, que juega su juego, el que le conviene.

Esto, la lucha por la hegemonía, es responsabilidad nuestra, de la clase trabajadora y el conjunto de los asalariados; que seamos capaces de construir una auténtica izquierda de liberación, en condiciones reales de conducir el frente antimperialista, por la liberación nacional en el marco de la integración regional, y con perspectiva socialista para la Patria Grande.

C.V.

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