viernes, 5 de diciembre de 2014


Hay que ponerse la pila militante para controlar porque en la realidad, en los barrios, los productos no están en ningún lado. Está el cartelito solo. Siempre el verso que van a reponer, que se vendieron los productos. Lo concreto es que vas a comprar y no están.
Es como lo de la inflación. Uno no puede saber exactamente cuanto fue, pero va a comprar a diario y siente en el bolsillo -y en los huevos- como suben y suben los precios y ahora, con las fiestas, es directamente joda.

Escuchar a la compañera Cristina decir que los salarios le ganan a los precios, es por supuesto indignante, pero para uno que algo vio de Argentina en 57 años, es además doloroso, porque es síntoma inconfundible -uno más- de que vamos cuesta abajo.

Cuando un gobierno te empieza a mentir en la cara, en cosas que cada uno puede comprobar en los hechos, es triste, porque inmediatamente lo asocia a que otra vez, como pueblo (aunque siempre, la responsabilidad es de los dirigentes) estamos dejando pasar una oportunidad de salir de la decadencia y construir un país serio, como nos propusimos (una vez más, y van...) en 2003.
Es como si estuviéramos, como pueblo, condenados a la repetición permanente...
C.V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario