Mantuvo hasta el final la esperanza de que
el Ejército Argentino en la década del 70, como lo había realizado en la del
40, se sumara al pueblo para evitar la lucha fratricida y recuperar la dignidad
nacional con un movimiento de reconstrucción económica y justicia social. Ésta
era la base reflexiva de la consideración que nos prodigó a los "tenientes
rebeldes".
Julián Licastro
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Hernández Arregui tuvo la inmensa virtud de
elaborar una visión en la cual burguesía-proletariado no desaparecía pero si
quedaba subsumida en el antagonismo central que confronta al frente nacional y
patriótico contra el poder oligárquico asociado al interés del imperialismo
Roberto Perdía
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… es probable que
uno de los problemas principales para su reconocimiento intelectual lo
constituya su análisis crítico
de las clases medias. Jauretche también lo hizo en un libro ejemplar, pero de forma
amena y a veces jocosa, algo que puede ser asumido por aquellos mismos que
critica con cierta facilidad: para los sectores medios, el humor es una forma
aceptable de reírse un poco de sí mismos, lo que mitiga las consecuencias de
cualquier examen negativo de conciencia.
En cambio, Hernández Arregui carece de sentido del humor, su
crítica es demoledora y huele demasiado a Marx, lo que la hace, a primera
vista, poco aceptable. Para algunos, en particular, mirarse el rostro en el
espejo de Hernández Arregui provoca una sensación inmediata de disgusto, deben
verse parecidos a las imágenes deformadas de algunos grabados de Berni
(...)
En este sentido, las instituciones universitarias, ejemplo que Hernández
Arregui expone con agudeza, constituyen una muestra de los valores que predominan
en los sectores medios: “el título universitario, sobre todo en un país dependiente,
donde las oportunidades son escasas, debe plegarse al poder institucionalizado
de la clase que manda, y por esta vía, a sus intereses materiales”, decía el propio
Hernandez Arregui.
Mario Rapoport
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La obra de Hernández Arregui coincide con el período de la
segunda posguerra, definido entre otras cosas por el levantamiento
anticolonial de las periferias. La revolución nacional en Iberoamérica es el
tema que la unifica a lo largo del período 1955-1974.
Arrojado a la vorágine de
la lucha por la restauración oligárquica de 1955, se convierte en uno de los
escritores anticolonialistas más destacados de la Argentina de esos años y,
junto con John William Cooke, en el más sólido pensador de la izquierda
peronista.
Podemos
decir que los problemas que suscitaron la ideología de la liberación nacional no han hecho
sino agravarse. En la medida en que ésta fue, en versiones como la de Hernández
Arregui, no un simple programa de modernización sino un conjunto de propuestas
societarias, difícilmente un nuevo proyecto histórico de liberación -para hacer
frente a los desafíos del mundo actual— pueda prescindir de lo más trascendente
de ellas.
La
integración latinoamericana,
la defensa de la cultura y la identidad nacional, la emancipación social, la
soberanía popular y la autodeterminación de nuestro destino, son objetivos
permanentes de las luchas populares de Nuestra América. Son claves en el
desarrollo de un proyecto estratégico opuesto al designio neocolonial de la
globalización. Estas claves estaban en la obra de Hernández Arregui; su actualización
corre por cuenta de nuestra generación.
Germán Ibañez
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Fue un hombre de
indudable y decisiva influencia en la militancia de las generaciones del sesenta y del
setenta. Un ser íntegro, modelo de intelectual revolucionario, profundamente ético,
austero, riguroso y apasionado, inclaudicable en su combate cotidiano contra
"los enemigos del pueblo". Una vida ejemplar.
Su obra es de
indispensable lectura para las nuevas generaciones. No sólo para comprender la formación intelectual
de las generaciones precedentes, sino porque en ella hay páginas
irremplazables, con análisis de indudable vigencia, especialmente en la
valoración del análisis histórico y en la puesta en primer plano de la cuestión
de la conciencia nacional.
Eduardo Luis Duhalde
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Los libros de Hernández Arregui facilitaron el
tránsito a legiones juveniles de clase media que, aunque deseaban aproximarse
al peronismo, necesitaban una argumentación diferente de la que podrían haber
hallado en la obra del propio Perón.
Con Hernández Arregui, Jorge Abelardo
Ramos, Rodolfo Puiggrós y otros intelectuales de la izquierda nacional, hubo
una generación que entendió el peronismo
como fenómeno.
Jorge Castro
Hernández
Arregui, Ramos y Puiggrós revisaron con perspectiva marxista la historia
argentina y criticaron la superestructura de una Argentina semicolonial, bases
para edificar los cimientos de un pensamiento que explicara las claves de
nuestra dependencia y propusiera una acción política en consecuencia.
Jorge Coscia
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El
cuestionamiento que Hernández Arregui
efectúa al nacionalismo reaccionario, y la utilización del instrumental
metodológico marxista —en este caso con la libertad y sin la atadura a
prejuicios de la edad de piedra-, le sitúan dentro del movimiento peronista
como una figura heterodoxa, ríspida y temida.
Mientras vive, la burocracia
cultural ortodoxa no lo ataca: esperará su muerte para silenciarlo. Por otra
parte, no le queda más recurso que respetarlo, dada la armadura sólida de sus
libros y, también, porque nunca estará en condiciones intelectuales de
rebatirlo. Muchos lo envidian; los más se limitan a pronunciar sus dos
apellidos con solemnidad y enseguida a dar vuelta la página.
Continúa las ideas de Scalabrini Ortiz, Perón y Cooke,
las del nacionalismo popular y las de un peronista revolucionario. Por sobre
todo, Hernández Arregui fue un intelectual, pero un intelectual de nuevo tipo,
vale decir, un hombre de libros que no es libresco, un hombre de ideas que no
se compadece con los acomodos de las burocracias ni con los aparatos del sistema,
un escritor –de estilo desapacible y cáustico- para quien no existen los
vedetismos ni las modas sino la soledad para producir, crear y creer en la fe
consciente de la revolución.
Ernesto Goldar
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Toda la obra de
Hernández Arregui,
parte de afirmar la necesidad de la liberación nacional, frente a la condición semicolonial
del país. Descartando la autarquía, la concibió en el marco de la unidad
latinoamericana.
La cultura está en el centro de aquella disyuntiva. En Imperialismo
y cultura (1957) el punto de partida es la consideración de la actividad
cultural como ideología, como subraya Rodolfo Ortega Peña en el prólogo a la
segunda edición de la obra.
Después de la muerte de Perón, Hernández Arregui
confió a sus amigos que por primera vez el futuro del país se le presentaba
lleno de interrogantes. Pero pronto se entusiasmó con una invitación cubana
para participar como jurado del concurso Casa de las Américas. Preparaba el
viaje cuando un paro cardíaco le segó la vida.
Fue uno de los más notables
pensadores de la Argentina moderna. La valoración crítica de su obra es una
asignatura pendiente para los herederos de la corriente de ideas que contribuyó
a fundar.
Eduardo Estévez
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(…) He recorrido millares de librerías y es muy
difícil hallar un libro de Juan José. Siempre encuentro a otros historiadores,
pero la obra de mi marido casi nunca se encuentra. Es un ejemplo simple, pero
muy claro, de una situación injusta, desdichada
(…) Era demasiado
revolucionario; no hay que buscar explicaciones en otra causa que no sea el
carácter de su obra, que en su totalidad está comprometida con los intereses
reales de la Nación. Si revisamos el conjunto de sus libros nos daremos cuenta
del contenido y la dirección de sus trabajos
(...) Considero que
todos sus libros son importantes, pero hay uno en particular que merece mi
reconocimiento, recuerdo que se lo dije a él cuando lo terminó de escribir, me refiero
a ¿Qué es el ser nacional?. Libro que dicho sea de paso fue traducido al
portugués. Pero
después de la muerte
de Perón he vuelto a plantearme el tema, y ahora estoy pensando que su mejor
obra es La formación de la conciencia nacional (…) porque esclarece las distintas posiciones
adoptadas históricamente por los partidos políticos.
De una entrevista a Odilia Giraudo de Hernández Arregui
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Juan José Hernández
Arregui es un pensador que debería ser material de lectura en nuestros
cenáculos culturales y en nuestras universidades.
Su esfuerzo por conjugar las
enseñanzas del marxismo con las fuentes culturales autóctonas, lo diferencia de
otras corrientes del pensamiento que solo servían para mantener imperialismo y
poderes “globalizados” en los centros de poder mundiales.
Así, como autor,
refleja una verdadera independencia y, fundamentalmente, una genuina vocación
por la justicia social.
Osvaldo Bayer
Fuente: Hernández Arregui intelectual peronista. Pensar el Nacionalismo Popular, desde el Marxismo / Carlos Piñeiro Iñiguez / Coedición Instituto Di Tella - Siglo XXI / 2007 / ISBN 978-987-1013-61-6
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