Esto, que en si mismo no está mal, es sin embargo, claro síntoma de la desaceleración -cuando no, directamente congelamiento- de los intentos de integración regional.
Se hace cada vez más evidente que muchas de las alianzas políticas construidas desde aquel impulso pionero del Comandante Chávez a fines del siglo XX, comienzan a tocar techo y difícilmente logren profundizar los procesos que por ahora hegemonizan, si no reciben un aporte social y militante más influyente, podríamos decir decisivo, de la clase trabajadora y el conjunto de los asalariados de la región, incluso uniéndose más allá de la limitadoras y artificiales fronteras nacionales que neutralizan a la clase y sus aliados.
C.V.
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