lunes, 12 de enero de 2015



Esta Latinoamérica me la cambiaron: nueva época, nuevos desafíos.

Por Aram Aharonian


En la última década, la región ha obtenido ingresos extraordinarios por la venta de materias primas, y capitales para la inversión de valores, exacerbados por liquidez abundante provista por los bancos centrales del mundo occidental y tasas de interés históricamente bajas. Pero hoy, ese ciclo apunta a su fin. Por ello, su reinvención implica necesariamente, una redefinición de su inserción en un mundo multipolar, en el que modifique su actual rol de proveedor de materias primas, que lo coloca en una situación frágil y vulnerable, para buscar un tipo de industria con tecnología de punta y el desarrollo de las manufacturas, al tiempo que desarrolla su mercado interno con equidad y justicia.



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Pero, tampoco hay que caer en optimismos desmedidos. Los peligros acechan permanentemente. Los peligros, a su vez, significan nuevos desafíos. Si bien no estamos en la misma región que hace tres lustros, tampoco estamos como en 2006, o en 2010, En la petrolera Venezuela está gobernando un atribulado Nicolás Maduro, que no es Chávez; en Uruguay asumirá un Tabaré Vázquez, conservador frenteamplista; Dilma Roussef debe salir del laberinto en el que parece atrapada, y en Argentina persiste el peligro de un desbarranque tras el segundo gobierno de Cristina Fernández.

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Y si quiere, súmele la falta de decisión política para avanzar en una nueva arquitectura financiera en la región y en un proceso de integración no meramente comercial, bombardeado desde el norte pero también desde la llamada Alianza del Pacífico.


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