martes, 30 de septiembre de 2014



Dilma-Lula no deberían subestimar a Silva y sus potenciales aliados en segunda vuelta, 
aún cuando en primera pudieran tenerla más fácil. 

En algún momento Silva va a tener que construir alianzas si, en caso de ganar, quiere tener alguna gobernabilidad. Silva no existe políticamente; es un invento. Lo que vuelve mas lamentable aún, que esté quitando el sueño al PT. Se tiene que haber degradado mucho 
el Lulismo para llegar a esta situación.

Seguramente la disputa en segunda, será el momento de Silva para intentar construir alianzas, que inevitablemente necesita para llegar al gobierno; y en esa circunstancia, 
o concede mucho a la derecha dura, o no gana.

Por eso, el PT necesita recorrer cada rincón de Brasil, no solo defendiendo lo que hizo hasta ahora, que es mucho, sino comprometiéndose a concretar lo que falta, que es muchísimo, 
empezando por la reforma agraria y la reforma política.

No le vendría nada mal al PT volver a su origen, descartando el actual reformismo rosa, 
su giro pleno a la centroizquierda, que lo tiene acorralado.

En segunda vuelta, disputar la base de masas que la derecha tiene 

-si no la tuviera, no tendría los votos que efectivamente suma en cada elección-, 
en lugar de negociar con esa derecha para ampliar la base electoral del PT. 
Si el Lulismo sigue engordando hacia la derecha, cada vez será más vulnerable, dependiente, 
aunque gane la elección. 
En la base social de la derecha, hay millones de votos potenciales a Dilma.

El contrataque imperial a la integración regional, se facilitaría sustancialmente 
si perdemos nada menos que Brasil. 
A esta altura Dilma no enamora a nadie. 
Pero es lo que hay. 
Todo lo otro es peor. Absolutamente depredador.

C.V.


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