domingo, 20 de julio de 2014



Mientras el gobierno argentino a través de la Cancillería pone un signo igual entre el invasor Sionistaisraelí y el pueblo palestino que resiste, y pide la mediación de una fantasmagórica ONU, siguen muriendo civiles en Gaza, muchos de ellos niños. 

Una vergüenza.

Cabe agregar que el mundo, no solo el gobierno argentino, hace nada para frenar la invasión y masacre.

El Papa, por ejemplo, que -inesperadamente- ha tenido muchas intervenciones acertadas desde que inició su pontificado, bien podría viajar a Gaza (¿Quien se lo impediría?) caminar sus ruinas y declarar que no se moverá de allí hasta que cese la matanza.

Haría de verdad, apostolado. Y si hay Dios, estaría orgulloso de su discípulo, seguramente.

C.V.


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